La exposición del Secretario del
Consejo Pontificio de la Cultura, Mons. Barthelemy Adoukonou, se desenrolla
esquemáticamente en cuatro puntos. Empieza mencionando la problemática de una
injusticia muy grave a ojos de la cultura de las naciones a escala
internacional. Esta injustica se trata de la des-culturizacion de muchos
jóvenes. Según mi entender de este texto esquemático pero denso por su brevedad
y expresión, la migración de mucho de la juventud de sus ambientes culturales,
se integra en una cultura digital que cuestiona todas las antiguas calificadas
ya de analógicas, haciendo así que sea una juventud uniforme. Mas aun,
problemática es la imposición por Occidente su opción ideologica atea al resto
del mundo compuesto en su ochenta porciento por naciones que viven en culturas
abiertas a la trascendencia y en las
cuales la religión continua desempeñando un gran papel como fundamento de la
cultura. Se trata de una universalización política de una visión del mundo
secularizada.
Esto exige para las religiones
un replanteamiento antropológico frente a una ideología que procede como si no
existiera Dios y trata a la criatura humana según las opciones de una razón
instrumental absolutamente autónoma. Por ello ellas están llamadas a regresar a
lo que las identifica, a su fe en Dios que representa su característica mas
propia. Esa debe ser su contribución original al hombre y a la sociedad. Es un
replanteamiento antropológico que debe tocar al hombre también en su
racionabilidad. Se necesita una visión global del hombre que se podría
constituir en sujeto de un discurso racional en el que la fe en Dios tiene su
propio lugar.
En cuanto a la Iglesia, es
preciso también reexaminar y asumir de manera nueva el misterio de la Iglesia y
de Cristo, la Iglesia que es lugar donde brilla la Cruz de Cristo que atrae a
todo hombre. El misterio de la Cruz es clave en esta nueva comprensión del
hombre como querido por Dios, salvado por la muerte del Hijo que derrumbe las
barreras de la muerte y el pecado, uniendo el hombre con Dios y los demás
hombres. La Iglesia forma parte de este misterio de comunión, siendo fruto del
amor del Padre, de la pasión del Hijo, y vivificado de la caridad mutua entre
los dos que es el Espíritu Santo. El teólogo que tiene esta inteligencia del
Misterio de la Iglesia que fuera del “nosotros” que constituye Cristo con los
que creen y han sido bautizados en su muerte y resurrección no hay posibilidad
de salvación. Es un misterio y Buena Nueva que se tiene que anunciar. La Iglesia
no existe mas que para evangelizar, proponer a los hombres la conversión al
Dios de Jesucristo que es el Dios-Emmanuel.
En definitiva, y con estas
palabras del exponente termino, que esforzándose en ser Iglesia de Jesucristo
donde brilla la Cruz de Cristo, la Iglesia Católica ofrecerá a los hombres y al
mundo que busca un punto de encuentro el mas alto servicio de unidad y comunión.
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