Mark Ivo Velasquez
Acebedo
No cabe ninguna duda que la
historia del siglo XX es uno de los capítulos más apasionantes de la historia
mundial. Cada época ha tenido su cuota de guerras, novedades y personajes,
tanto ilustres como infames; sin embargo, en el siglo que acaba de terminar
tuvo lugar dos guerras que ha resultado en una escala sin precedentes en la
historia de la humanidad. El siglo XX era uno de lucha, pero también lo era de
grandes descubrimientos en casi todas las ramas del saber humano. Sorprende no
solamente la cantidad de los descubrimientos científicos, sino la rapidez con
que se multiplican y lo que supone para nuestra manera de vivir. Con el
progreso tecnológico el mundo se había convertido en una aldea global, termino
acuñado por Marshall Macluhan, donde la comunicación se hace crecidamente
fácil. Con la irrupción de los social
networking sites como el Facebook y el Twitter esa comunicación se podría
hacer en tiempo real, conectando a millones de gente desde cualquier punto del
mundo instantáneamente. Si la ciencia, la tecnología, en fin, el progreso—que
se había hecho uno de los eslóganes mas idolatrados del siglo pasado—había
hecho mas fácil la unión de las gentes, también
ha hecho mas fácil a que se rompieran esos lazos de amistad y unión por la
carrera de armas, que de una manera había marcado las relaciones tensas entre
las naciones poderosas hace décadas. Este fue un siglo en que había surgido
grandes personajes que contribuyeron en la hechura del XX: gente como Winston
Churchill, Golda Mier, Nelson Mandela, Desmond Tutú y Theodore Roosevelt; pero
también se puede ver personas como Adolf Hitler, Pol Pot y Saddam Hussein, que
habían teñido con sangre y pólvora las paginas del siglo.
La Iglesia Católica también ha
vivido este siglo intenso, compartiendo la suerte de los hombres, inmersos en
las arenas movedizas de la historia. Una Iglesia sobre la cual las puertas de
la muerte no prevalecerán, pero que ha vivido en carne viva la desolación de
las guerras que arrasaban las naciones una y otra vez. También los anales de la
Iglesia en su caminar entre las luces y sombras del siglo XX componen una historia
apasionante. Un modo buena de conocerla es fijarse en la historia de aquellos
que hacían las veces de Cristo en la tierra, es decir, los pontífices del siglo
XX. Fueron ellos testigos de los acontecimientos de la centuria, viendo a la
drama humana desde la altura de su oficio pero no quedándose al margen, sino
mas bien compartiéndolo. Los papas habían realizado su papel en el escenario
mundial, cada uno en la época que le tocaba, guiado por la vocación y el cargo
que tenía al frente de la Iglesia y del mundo, conducido y confirmado por el
Espíritu de quien es Vicario. Así que conociendo la historia de los pontífices
del siglo XX—nueve en total—también se conoce la drama y la historia de la
Iglesia Católica del siglo pasado.
El libro Cien Años Del Pontificado Romano, hecho bajo el cargo del Dr. Josep
Ignasi Saranyana, ofrece una manera de conocer la figura de estas personas que
habían pastoreado la Iglesia durante el siglo pasado. Reúne los perfiles de
cada uno de los papas del s. XX, desde León XIII hasta el beato Juan Pablo II.
A esta obra han contribuido los profesores e historiadores Teodoro Lopez,
Emmanuel Cabello, Frederico Requena, José Escudero Imbert, José Orlandis,
Primitivo Tineo, José Luis González Novalin, Enrique de la Lama, y Carlos Soler,
que ha redactado sobre la síntesis de la presencia de la Santa Sede y del
pontificado en el ámbito internacional.
La figura de León XIII
(1878-1904) es tratado desde el enfoque de la cuestión social, una a la que el
Papa dedicará una de las encíclicas por las cuales es más conocido, la Rerum Novarum, cuyo magisterio
establecerá la pauta seguida por pontífices posteriores. Pero no es solo a este
cuestión a que dará respuesta el Papa, sino que su largo pontificado es
caracterizado entre otras cosas por el dialogo que intenta abrir con la
sociedad hirviente de las ultimas décadas del s. XIX. Afrontando los cambios
sociales influidos en parte por corrientes de pensamiento, en la encíclica Aeterni Patris (1879), defina con
detalle y profundidad los elementos que identifica la doctrina cristiana. Aquí
propugnaba una revitalización del tomismo compatible con otros caminos de
pensamiento. Buscaba una manera de entrar en el dialogo con corrientes
liberales que estaban en auge; en la Libertas
Praestantissimum (1888) dio a entender el sentido cristiano de la libertad
humana. En cuanto a la Rerum Novarum
y la cuestión social, expone en la encíclica la aparente injusticia del
desigual reparto de la cantidad de bienes producidos por la revolución
industrial. Mas no se queda en la denuncia sino que traza las grandes líneas de
la solución del grave problema[1].
Seguramente el Papa había aportado mucho y había enriquecido el magisterio
pontificio, pero en este articulo es subrayado la pauta y la aportación que
supuso esta encíclica en la doctrina social de la Iglesia.
A Emmanuel CABELLO le toca
exponer la actividad reformadora de s. Pío X, conocido en gran medida en la
historia por su figura dentro de la lucha contra el Modernismo. Su pontificado,
sin embargo, supone más y va más allá de la crisis modernista, que formaba
parte de la reforma que es importante a la hora de considerar este pontificado
dentro de la historia. Al subir al solio pontificio, Pío X hace un diagnostico
de la sociedad: es una que ha abandonado a Dios y va hacia el desastre; por eso
hay que trabajar para que vuelva a inspirarse en principios cristianos. Es
necesario por tanto instaurare omnia in
Christo[2].
Enérgicamente puso en marcha las obras de tal renovación, que fueron realizadas
en la enseñanza de la doctrina, en la formación del clero, y reformas acerca de
la piedad y la importancia de la Eucaristía en la vida de los cristianos. En
cuanto al gobierno de la Iglesia, quitó el uso del privilegio del veto antes
utilizado por soberanos católicos en el conclave, realizó unas reformas en la
Curia romana y comenzó el trabajo de la codificación del Derecho de la Iglesia.
Aunque no levantó el non expedit
impuesto por el beato Pío IX, que impedía la participación política de los
católicos italianos, fue mas flexible en respecto a esto. Hacia el fin de su
pontificado autorizó a los católicos a votar por candidatos liberales
moderados.
St. Pius X reading in the Vatican gardens |
En cuanto al modernismo, en tres
documentos significativos luchó contra la corriente y error modernistas,
exponiendo puntos específicos en el decreto del Santo Oficio titulado Lamentabili Sane Exitu, que llevó poco
después en la condena del mismo en la encíclica Pascendi Dominici gregis. Este documento tiene el merito de haber
definido los puntos mas importantes del modernismo. Con el documento pontificio
Sacrorum Antistitum (1910) determinó
algunas normas para rechazar el peligro modernista. Constituye como la golpe de
gracia al modernismo.
Benedict XV |
Pío X muere poco antes de que
estallara el guerrone, la Primera
Guerra Mundial, que será para toda Europa el primer ensayo en este siglo de
guerras. Aunque lo vió de lejos, no fue Pío X sino su sucesor Benedicto XV
quien guió la Iglesia durante este tiempo difícil. Federico REQUENA en el
apartado dedicado al Papa Benedicto XV muestra que la actuación de neutralidad
que tomó la Santa Sede ante un continente sumido en guerra inicia una nueva etapa en las relaciones entre la
Iglesia y el mundo[3].
Se puede decir que fue un papa entre dos mundos porque le tocaba dirigir la
Iglesia durante una guerra que supuso un antes y después para la mentalidad
europea, una ante la que hizo mucho para impedir que estallara. Fracasó en este
intento, haciéndole caso ninguna de las potencias incluidas en las
hostilidades. Se dedicó pues en la labor auxiliadora durante la guerra.
Terminada esta se enfrentaba a un mundo desolado y que había fracasado en su
vez para alcanzar la paz. Este pontificado viene marcado por la profundización
en el tema de la unión dentro de la Iglesia y la expansión misionera. También
es notable por haber llevado a termino la codificación del Derecho de la
Iglesia en 1917, por la abolición del non
expedit, la pacificación del clima antimodernista, y la apertura
diplomática a nuevos países después de la guerra, entre otros logros.
Pope Pius XI |
A Benedicto XV le sucede Pío XI
cuando muere el anterior en 1922. Al Papa Ratti es dedicado el apartado escrito
por José ESCUDERO IMBERT. En continuidad con su antecesor prosigue con la labor
especialmente en dos aspectos fundamentales: la promoción de la paz y la universalización
de la Iglesia. El autor perfila el
pontificado en tres puntos. Primero, bajo el lema “la paz de Cristo en el reino
de Cristo”, el Papa viene a decir que la verdadera paz que buscaba el mundo
solo se alcanza instaurando el reinado de Cristo. Supone esto reforzar los
principios de la vida cristiana en la sociedad. En segundo lugar trata el autor
de abordar la propagación de este reino, tanto en los individuos como en las
familias. Finalmente se habla de los desafíos políticos que tenia que encararse
el Papa Ratti: el nacionalismo inmoderado, el comunismo, las persecuciones
religiosas tanto España como en México, y en ultimo lugar, el nazismo.
Pius XII |
Pope Pius XII celebrating Mass in the Sistine Chapel |
The remains of Pope Pius XII lying in state in St. Peter's |
Durante el pontificado difícil
de Pío XI se estaba gestando el conflicto bélico que surgiría muy poco después
cuando, muerte este en 1938, es elegido el Cardenal Eugenio Pacelli como Pío
XII, a quien la Divina Providencia había elegido a pastorear la Iglesia durante
los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial, que definirá la primera mitad de
su pontificado. De su figura y pontificado tratará José ORLANDIS en el apartado
titulado “El Papa Pío XII”. Con estilo personal, anecdótica, fácil de leer pero
no por eso con menos rigor intelectual presenta la vida y la obra de este gran
pontífice, cuya causa de beatificación se había puesto en marcha hace ya años.
Divide el pontificado entre el antes y después que supone la guerra mundial. La
primera parte comprende la actividad pacificadora y luego auxiliadora de este
papa que, pese a su gran habilidad diplomática, no había conseguido evitar que
estallase la guerra. En la segunda etapa, marcada por la lucha contra el
comunismo, el florecimiento de la Iglesia durante los años 50, y la crisis que
supuso el surgimiento en Francia de la Nouvelle
Theologie y el fenómeno de los curas obreros. La obra presenta el Papa
Pacelli como un papa innovador, con respecto al impulso que dio al desarrollo
de los estudios bíblicos; al aumentar el numero de los miembros del sacro
colegio cardenalicio, y con las reformas en le liturgia que fueron realizados
durante su pontificado. En cuanto a su magisterio, se destaca por la definición
solemne del dogma de la Asunción de la Virgen María en 1950.
Bl. John XXIII |
Primitivo TINEO, a la hora de
hablar sobre el beato Juan XXIII, escribe sobre la vida de este papa bergamesco
como el sabe hacer. Al comenzar, pone atención a algunos aspectos de la
vida y labor pastoral y diplomático que
desempeñó Angelo Guiseppe Roncalli antes de ser elegido sucesor de Pío XII.
Apunta el autor que la nota característica del Papa Roncalli y de su gobierno
era la decisión que guiaba todos sus actos, unida a una comprensión amplia y
profunda de los mas variados problemas. Entre otros fue el ideal de la unión de
las iglesias y la paz de Cristo, la paz general en el mundo que destacaba en su
mente. El Papa sin embargo es más conocido como el Papa que convocó e inauguró
el Concilio Vaticano II. El articulo del Dr. Tineo no es parco en cuanto a los
detalles sobre la figura de Juan XXIII; de hecho contribuye a que el lector
tenga una visión global de la semblanza del Papa Bueno. Creo que con este
trabajo se había conseguido trazar un perfil del pontífice que lleva a apreciar
su grandeza humana y talante intelectual y pastoral.
Pope John XXIII assisting in a Mass celebrated by Card. Montini on the occasion of the anniversary of his coronation at St. Peter's Basilica. |
Pope Paul VI |
The remains of Pope Paul VI lying in state, 1978 |
La vida, el ministerio e influjo
de Pablo VI es el tema del apartado hecho por José Luis GONZALEZ NOVARIN. En un
trabajo abarcante, se hace un recorrido de la vida del Papa Montini. Titulado “Juan Bautista Montini: Una Vida Para El Papado”,
el autor intenta a mostrar como en las etapas sucesivas de su vida hasta su elección
como Pablo VI en 1963, la providencia divina lo iba guiando, preparándolo para
la misión que iba a desempeñar al frente de la Iglesia, llevando a feliz
termino el Concilio comenzado por Juan XXIII, y guiando la Iglesia, no sin
mucho sufrimiento y sacrificio, a través de los años borrascosos de la época
posconciliar. Destacaba algunos puntos importantes de su pontificado, como en
primer lugar, el haber tomado las riendas del Concilio, llevándolo a su
conclusión. Fue el Papa de los grandes viajes apostólicos, el primero de viajar
en avión siendo papa, yéndose a sitios estratégicos en los cinco continentes.
Finalmente, al Papa Montini le incumbió llevar a cabo la labor de implementar
los decretos conciliares durante los últimos años de su pontificado, que fueron
turbulentos y que le causaba mucho dolor y sufrimiento. A pesar de eso, veía
con esperanza al futuro de la Iglesia, confiado de que aunque ella atravesaba
con tiempos difíciles, se puede confiar que estos pasaran.
Enrique de la LAMA, con un
estilo coloquial que hace para una lectura interesante y no agobiante, nos introduce al
pontificado fugaz de Juan Pablo I, muerto después de solo treinta y tres días
después de haber sido elegido, y al de su sucesor, Juan Pablo II. Sobre Juan
Pablo I se puede decir que era verdaderamente amable. Mostró la voluntad de
continuar en la labor iniciado por su sucesor en cuanto a la implementación del
Concilio en todos de sus aspectos. No podía llevarlo acabo por su muerte que
tomó al mundo por sorpresa cuando esta se hizo conocer.
La elección de un Papa polaco
supuso, según las palabras de un cardenal, un acto de valentía por parte de los
electores en el segundo conclave del 1978. Entre otras cosas, eso supuso el fin
del monopolio italiano del solio pontificio. Al ser elegido, el Papa Wojtyla
asumió el programa de su antecesor: aplicar el Concilio en su totalidad,
caminar, sobre todo, a la luz de la Constitución Lumen Gentium y de su doctrina sobre la Iglesia, desarrollar la
colegialidad episcopal, tomar conciencia él mismo de su nueva condición al
servicio del ministerio petrino, pisar, en fin, sobre las huellas de Pablo VI y
de Juan Pablo I: procurando la fidelidad a las normas litúrgicas, cultivando la
gran disciplina de la Iglesia, comprometiéndose en la vía hacia la unidad de
los cristianos, afrontando con valentía el camino de la paz, del desarrollo y
de la justicia internacional[4].
Entre muchas cosas que se puede decir sobre este pontificado, que parecen
innumerables, destaca la promulgación del nuevo Código del Derecho Canónico en
1983 y la del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992 como frutos del
Concilio. El Jubileo del Año 2000 fue otro hito dentro de su pontificado.
Sus últimos años fueron
intensos. Actos de mayor relieve fueron la edición del Compendio del Catecismo
de la Iglesia Católica, que fue presentado por su sucesor en 2005. También
prestó atención particular a la mujer, contemplada desde su vertiente teológica.
En cuanto al dialogo interreligioso y la inculturación, la declaración Dominus Iesus fue otra piedra miliar
dentro de su voluminoso magisterio. Al entrar en el nuevo milenio, fue
memorable la petición de perdón por los errores y pecados cometidos por los
católicos en nombre de la fe, hecha dentro del año jubilar 2000. Aunque fueron
años intensos, lo fue también el sacrificio personal que llevaba el anciano
pontífice a causa de sus dolencias físicas, que no supuso para él un obstáculo
en el ejercicio de su ministerio. George Weigel, en su ultimo libro sobre la
vida de este papa titulado en inglés The
Beginning And The End, llamó esto la ultima encíclica del papa, la del
sufrimiento que lo llevó hacia la unión con su Señor crucificado. La muerte de
Juan Pablo II, ahora beato, supone el termino de una época dentro de la
historia de la Iglesia.
Al final y al cabo de toda esta
exposición lineal sobre la historia de los papas del siglo XX, viene el
articulo de Carlos SOLER titulado “La
Santa Sede Y La Comunidad Internacional Durante El Siglo XX”. Aquí el Dr.
Soler explica al evolución del papel y la actividad de la Santa Sede con los
demás miembros de la comunidad internacional, y la importancia creciente que
tiene en asuntos internacionales. Perfila la historia de la actividad
diplomática de la Santa Sede desde la solución de la Cuestión Romana durante el
papado de Pío XI a la nueva era concordataria de nuestros días. También habla
sobre el puesto que tiene dentro de la comunidad internacional, y lo que tiene
que ver con el Derecho Internacional. Respecto al primero, se resalta unos
puntos. Primero lo que caracteriza a la Santa Sede en cuanto a su presencia en
el foro internacional es su diplomacia multilateral. Otro punto es la
observación del crecimiento del numero de las naciones que mantienen relaciones
diplomáticas con ella. En cuanto a la relación que mantiene con la Organización
de la Naciones Unidas, aunque no es propiamente miembro, es observador
permanente en calidad de Estado no miembro, lo cual no quiere decir que no le
habían hecho caso las demás naciones en algunos puntos. Una muestra de esto es
la calurosa recepción que tuvieron los papas Pablo VI (1964), Juan Pablo II
(1979 y 1995) y Benedicto XVI (2008) cuando visitaron la sede central en Nueva
York.
Al concluir este sumario y
reseña que estoy haciendo del libro con este trabajo, me gustaría apuntar
algunas cosas sobre las características literarias de esta obra. Este libro es
una colección de varios artículos sobre cada uno de los papas del siglo XX,
escritos por varios autores y recopilados por un editor. A pesar de la
diversidad de estilos que seguramente encontrará el lector, sin embargo se
puede ver un hilo conector entre las semblanzas de los pontífices, de manera
que hay una unidad organica presente en toda la obra. A mi me parece que lo que
los une era no solo el amor a Iglesia que tuvo cada uno de estos hombres, amor
que es fruto de lo que tiene para la Cabeza de la Iglesia—Jesucristo,
reminiscente del dialogo amoroso que tuvo con Pedro después de la Resurrección:
“Simon, Hijo de Juan, me amas?...alimenta a mis ovejas” (cfr. Jn 21, 17). Lo
era también la preocupación de que la paz y el
reino de Cristo alcance a todos los corazones de los hombres viviendo en
un siglo de guerras y violencia, en donde la paz establecido por el mundo y por
los hombres se había mostrado una y otra vez frágil y carente de sentido.
Frente a esto, los papas del siglo XX se empeñaron a mostrar desde la altura de
su oficio que la paz verdadera sólo se alcanza cuando la Verdad del Verbo del
Padre posa sobre el corazón del hombre.
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