Saturday, September 10, 2011

RAZON, RELIGION Y FE CRISTIANA


LA ENCICLICA FIDES ET RATIO Y UNA REFLEXION SOBRE UNA SITUACION ACTUAL

P. Mark Ivo Velásquez Acebedo


Desde que el Papa Juan Pablo II, que meses atrás se había elevado a los altares como beato por su successor en el solio petrino, nos dejó para la casa del Padre, ademas del grito de “santo súbito” por parte de muchos, no cabía duda en la mente de todos de que éste se marcará para la historia con el apelativo “Grande” puesto despues de su nombre. Como todos de nosotros sabemos, eso no solamente es debido a la santidad que le caracterizaba (una que tiene como corona dorada el calvario de la enfermidad que vivía durante los últimos meses de su vida) sino también se le debe a causa del volumen impresionante del magisterio de este hombre cuyo pontificado había llevado la Iglesia por los umbrales del tercer milenio cristiano. Este magisterio, que se apoya en lo de los pontífices anteriores y de la riqueza doctrinal de la fe de la Iglesia Católica, abarcó practicamente todos los sectores y ámbitos de aquella realidad tan compleja y extensa que es la Iglesia. No le da a nadie sorpresa ninguna a que muchas ya le llaman Juan Pablo el Grande, poniéndolo en par con los demás pontífices con el mismo apelativo como Gregorio VII y León I, papas que habían enriquecido a la Iglesia con su paso por el tiempo, dejandola un legado rico en enseñanza y santidad. A nadie le sorpresa tampoco que, pocos semanas después de la noticia de la proclamación de un nuevo Doctor de la Iglesia—en la persona de san Juan de Avila, nada menos el santo patron del clero español—que se opine que llega el día en que se le dará la misma designacíon y honor a este hijo de Polonia. Juan Pablo II, doctor de la Iglesia: así reza el titulo de un articulo que tengo delante mientras hago este primer trabajo para esta materia dentro del curso de Teología Dogmática que es Razón, Religion y Fe Cristiana. Es uno que lleva un reciente número de la revista Ecclesia, escrita por el Cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo-emérito de Sevilla. Dice la misma cosa que había dicho arriba, al comenzar este humilde trabajo de la clase. El beato Papa ha escrito de las cosas que importaban a la vida de la Iglesia en su caminar terrena, y una de esas era la búsqueda del hombre hacia el pleno conocimiento de la Verdad, una que solo se logra sirviéndose de las dos alas de fe y razón, con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad[1]. Es así como comienza una de sus encíclicas más destacadas, la Fides et Ratio, publicada el 14 de septiembre 1998, su decimatercera, que viene a ser entre otras cosas como una reflexión no solamente la relación enriquecedora que tiene estas dos cosas entre sí en lo que refiere a la búsqueda de sentido del hombre, al menos a primera vista, que ultimamente es la búsqueda por la verdad. En la carta a menudo se habla de los logros del pensamiento humano, de aquel afán de filosofar del hombre con que había estado ocupado desde que comenzó a pensar somber el porque de las cosas, el sentido de su existencia, y la verdad de su ser e identidad a la luz de todo lo de arriba; pero también habla del descuido—a veces hecho a propósito—de su orientación hacia una verdad trascendiente[2]. Es uno que ha llevado a corrientes de pensamiento—y últimamente, de vivir práctica—que se deja en contemplar los límites del conocimiento humano, a entrar en agnosticismo y de relativismo. Es un giro que le lleva al pensador humano desde tener la legítima pluralidad de posiciones hasta llegar a un pluralismo indiferenciado, cuyo lema es que todas las posiciones son igualmente validas. Esto llega hasta tal punto que, de alguna manera y utilizando las mismas palabras del Papa, “han surgido en el hombre contemporaneo…actitudes de difusa desconfianza respecto de los grandes recursos cognoscitivos del ser humano”[3].

Mientras iba leyendo el texto de la encíclica, me viene a la mente lo que está pasando en mi pais, en Filipinas. Entre las muchas cosas que llegan a ser noticia en los periodicos y en el telediario es el debate en torno al proyecto de ley de la Salud Reproductiva (Reproductive Health Bill), que propone poner legalmente al alcance de cada uno—especialmente a los más pobres—el alternativo de usar preservatives para regular los nacimientos y calificarla como “medicina esencial” al par con el paracetamol y otros medicamentos que esta a la alcance de todos. Incluido en ese proyecto es la inclusion de la educación sexual mandatoria que se daría a los niños empezando a los once años y a los jovenes de nivel de bachiller. La discusion y el debate es muy candente y divisivo, no solamente entre los miembros de la Cámara de Representantes o en el Senado, donde ya ha llegado, sino incluso entre los distintos sectores fuera de los pasillos legislativos del gobierno, entre los intellectuales, entre la juventud, el clero. Es un tema en que casi cada uno puede decir algo. Es un tema que ha dividido al la sociedad Filipino entre dos campos: por un lado estan los que estan a favor y por otro estan los que van en contra, naturalmente.  Pero segun se puede ver lo que parece una batalla legislativa en el fondo se transforma en una guerra sobre el lugar de la fe en discurso publico. Teniendo en cuenta que la gran mayoría de los que han puesto su apoyo a esa legislación va en contra a la Iglesia Católica, en cual ha tenido su oponente mas feroz, no faltaba gente que, queriendo hablar desde el punto de vista filosófica e indudablemente racional (on oposición a los fiducial) desea mostrar que los argumentos en los que se apoyaba la Iglesia y sus aliados en este debate, habiéndose basado en argumentos arraigados en lo tenido por la fe de la Iglesia sobre la verdad de la vida y la dignidad del hombre, no son racionales, porque se basan en la fe. Esta gente—entre los cuales se encuentran ateístas y agnósticos declarados—han igualado la fe con el oscurantismo medieval, que es uno de los slogans que tira a la Iglesia, a quién han tachado como enemigo del progreso.

Lejos de eso es lo que había expresado el Papa en esta encíclica. Al decir que la fe y la razón deberían estar juntas en la búsqueda de la verdad, expone el hecho de que la fe como algo vivido y luz esclarecedora de la razón humana tiene un papel que no es ajena ni en la plaza del discurso public ni en la búsqueda común para lo que realmente va a contribuir al bien del hombre.








[1] Cfr. Fides et Ratio, Encíclica de S.S. Juan Pablo II sobre la fe y razón, 14 septiembre 1998, 1.
[2] Cfr. Ibid., 5.
[3] Ibid., 

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